1.

El libro surgió hace ya catorce años, pero no comenzó a materializarse sino hasta el festival de poesía de Rotterdam en el año 2015, donde presenté los textos que venía escribiendo sobre el profundo cansancio que tenía en relación al deber, a la obligatoriedad de retener ciertos contenidos y conocimientos para ser algo o «alguien en la vida». Por entonces, llevaba ya más de 20 años desempeñándome como académico y otros tantos dedicados a la gestión universitaria, y la “educación formal” me comenzaba a aparecer desilusionante y colmada de disparates didácticos y burocráticos. Pensé que ese hartazgo no podía expresarse desde el alboroto discursivo, o la asepsia conceptual, sino desde lo precario, desde la miniatura de lo textual y manual para sortear estos absurdos, es decir, desde los “torpedos”, esa suerte de artesanía plebeya presentes en tantas culturas y países, con nombres tan diversos como acordeón, chuleta, machete, spiekbriefje, puškiza o zuò bì tiáo, que nos regresa, creo yo, al sinsentido de lo que debe obligatoriamente ser memorizado. Bueno, en Rotterdam, construí, presenté y leí los primeros poemas-torpedos de este libro, basados en un cuaderno de campo donde había registrado por varios años cientos y cientos y cientos de reuniones e interacciones pedagógicas.

2.

A partir de 2017 y viviendo en Inglaterra, “Torpedos” fue creciendo a través de la escritura de muchos poemas, los que además, extendieron el nudo dramático del libro, acopiando absurdos educativos para testimoniar algunas penurias sociales y biográficas relacionadas con la memoria, pues descubrí que el “torpedo” pareciera ser un exacerbado esfuerzo por esconder lo que no vale la pena encontrar. Allí también confeccioné varios de los “objetos torpedos” que irían a albergar esos poemas: el metro, el parche curita, la regla doble, y una primera versión del anillo perforado, surgieron y se “esculpieron” allí, lo que alcanzó a salir publicado, como una pequeña muestra de adelanto, en la antología “Objetivo General” que publiqué con editorial Lumen el año 2019.  A esas alturas, yo era consciente que mi filiación con la poesía visual u objetual siempre había sido directa, pero nunca constituyó una finalidad, sino más bien, una sinceridad. Y “Torpedos” debía responder expresivamente a eso, a una lealtad con la forma en la que estos poemas querían comunicarse.

3.

Estos últimos cincos años fueron de un intenso trabajo artesanal y un sinfín de experimentos con mi amigo y editor Ricardo Mendoza. En mi cabeza no sólo estaban los poemas escritos y por escribir, sino el cómo darles forma de “torpedos”, reproducirlos al menos en un número de 300, e involucrarme manualmente en todo el proceso. Y claro, cómo llevar todo esto a un libro que pudiera ser leído, visto, palpado y diseminado. Después de probar varios prototipos técnicamente fallidos y fracasados, apareció esta versión, lo que me obligó -sobre todo a Ricardo- a redoblar la paciencia y sumar la ayuda de algunos amigos, pero, sobre todo, a no cejar y no abandonarlo, pues habíamos encontrado, al fin, la casa para estos poemas.

4.

Una de las secuelas de la escritura de este libro, quizás un obsequio impensado, fueron parte de las composiciones visuales y escriturales que realicé a lo largo de esta década para hospedar los poemas, y que van, en formato de imágenes al interior del libro mayor. Quedaron todas esas obras en mis manos y resolví devolverles algo de dignidad enmarcándolas para ser expuestas y adquiridas, de tal manera que siguieran el viaje entre quienes las necesitasen. Son 39 piezas de 30 X 40, más 4 cajas de similar tamaño con algunos torpedos objetuales que en el libro van impresos en los marcadores de páginas.

5.

Y bueno, esta es la pequeña historia de este libro y esta es la pequeña historia de estas palabras manuales. Pasado los años, quedó esto, la poesía como una antropología microscópica, la escritura como escultura pobre, como prótesis de la memoria, como disfraz o como trampa. Me he demorado mucho, lo sé. ¿Pero cuál era el apuro? No espero pasar de curso, ni ser el primero de la clase. Por lo demás, nadie está expectante que escribas otro libro. Quizás es al revés, ¿no? Quizás la gente no soporta un libro más de poesía y, la verdad, muchas veces me cuesta no encontrarles la razón.  Besos & Abrazos.