Reeditan «Metales pesados», el recordado debut literario del poeta Yanko González

Libro clave de los noventa vuelve al baile con todas sus tribus

Por Leonardo Sanhueza

Las Ultimas Noticias, 3 de abril de 2017

El primer libro de Yanko González, Metales pesados, es una pieza esencial en el panorama de la poesía chilena de las últimas dos décadas. Escrito entre 1988 y 1995, y publicado en Valdivia en 1998, se plantó desde el comienzo como una obra rara y provocadora, que se sentaba en el piano de cuanta convención se le cruzara en el camino. En sus páginas la ternura juvenil se combina con la más brutal estridencia, al mismo tiempo en que la relojería lingüística sale jugando a martillazos. La cultura de la academia es puesta en el columpio, pero a la vez se le saca trote para que rinda más. Las peculiaridades de su diseño editorial –formato grande, fondo negro, impactantes letras rojas en relieve– anuncian cualquier cosa menos los poemas que contiene el libro, cuyos temas, personajes, jergas y despliegues verbales provienen de los márgenes sociales, de los vertederos, de la droga o de la violencia.

A veinte años de ese singularísimo debut literario, Metales pesados acaba de ser reeditado, gracias a una alianza entre las editoriales Montacerdos y Alquimia, quienes aseguran en el colofón que “en vez de pelear a muerte por este fundamental libro, decidieron unir fuerzas para que vuelva a circular”. La edición es facsimilar e incluye un epílogo de Niall Binns.

En su libro, González pone en marcha los resultados de las investigaciones que realizó como estudiante de antropología acerca de la realidad de jóvenes en diversos márgenes sociales. En vez de seguir la idea de Rimbaud de que el poeta debe “hacerse vidente” mediante un “largo, enorme y razonado desarreglo de los sentidos”, probó escuchando testimonios de tribus urbanas, registrando pequeños o grandes infiernos de precariedad, droga o falta de horizontes: una temporada entre los locos o, mejor dicho, entre “los logos”, aquellos que llegaron al desarreglo de los sentidos de una manera no muy razonada que digamos, sino más bien determinada por condiciones sociales en que hasta los jarabes para la tos pueden ser un islote de salvación a la vista.

— ¿Te parece que fue una especie de cosecha poética según un camino sui generis del “vidente” de Rimbaud?
 Sí, son oralidades fundidas, reescritas, impuras y poetizadas, pero hechas más bien por un “vidente cegado”. Es un juego multivocal, donde se tocan la experiencia etnográfica y la “autobservación” participante. Su armazón se construyó soldando e interviniendo voces registradas con lápiz y grabadora, en combate con el canon de la poesía culterana y la escucha social de la época: una transición que intentaba chantajear y domesticar a las y los jóvenes urbano-populares que habían tumbado a la dictadura. El libro, supongo, es un registro oblicuo de ese momento, porque no sólo expone la violencia de la exclusión juvenil, sino también una carcajada erosiva contra las instituciones que los disciplinan. La herida de la derechona y de la “realeza” concertacionista con los movimientos estudiantiles de 2011 tiene que ver con esos ecos y voceos del libro. Si en algo insiste Metales pesados sobre la transición, vista hoy después de 20 años, es que también el pasado puede empeorar.

— Considerando lo cambiantes que son las jergas juveniles, ¿qué piensas de esa “foto del habla” que puede representar tu libro?
 Buena parte del libro no tiene musa, tiene música, y las modalidades visuales y textuales para observar ese momento histórico, esas vidas y esas hablas lo han colocado en la incómoda categoría de “experimental”. Pero para mí es un libro prospectivo, que me señaló la importancia no de la originalidad (ese espejismo rancio), sino del camino propio en la escritura, de no temerle a tu biografía, a tus miserias intelectuales, a tus sesgos de clase, territorio o generación, para nombrar lo que crees urgente nombrar. Celebro esta reedición por el gesto generoso y mancomunado que lo acompaña, coherente con el corazón del libro, pero más allá de eso un poeta no tiene bibliografía. A duras penas tiene biografía.

 Libro y librería

El título del libro de González, que alude por cierto al «heavy metal» y a los metales pesados propiamente dichos, hace ya varios años inspiró el bautismo de la concurrida librería Metales Pesados, la misma que con el tiempo amplió su campo de acción con una editorial y una galería de arte. Como no podía ser de otro modo, el lanzamiento de «Metales pesados», el libro, se realizará el jueves 13 de abril en la galería homónima.